jueves, 6 de agosto de 2009

LA CRISIS EN POCAS BLALABRAS

Ante un comentario sobre la crisis, es inevitable encaramarse[me] al púlpito -actividad que me gusta bien poco, pero si está lanzado el guante, lo recojo con gusto. Cierto, es humano sentir miedo ante lo que nos saca de la comodidad de la autocomplacencia, ante la novedad invasora e imprevista, y un largo etcétera. Sin embargo, la vida misma es cambio permanente y perpetuo-espero- y la mayoría lo tolera casi inconscientemente. No se teme al cambio, sino al esfuerzo creativo que nos obliga a realizar [parafraseando a Einstein]. No se teme a la crisis sino hasta que esta destruye una rutina sobre la cual habíamos construido cierta estabilidad.Las crisis no se enfrentan [un término a mi modo de ver bastante beligerante]sino que se viven, o en el peor de los casos, se sufren. Especialmente las actuales, ya que se producen y suceden con mayor velocidad que en el pasado [¡ay de este mundo donde la velocidad lo domina todo!] ¿Por qué? Porque suponen una pérdida, la destrucción [por renovación o innovación]de aquello que creíamos inmutable, seguro, probado.Hasta cierto punto, la crisis es un síntoma emocional del cambio.Los profes desde que tengo memoria están intentando sistematizar estrategias para que los alumnos vivan el cambio sin traumas [¿qué es el aprendizaje sino un cambio?], algunos con más parafernalia que otros, pero todos-sin duda- en una búsqueda más o menos pública de una receta que funcione por mientras [más que sea, como dijo el huaso] porque lo único seguro e inmutable es que "cambia, todo cambia"...¿y qué jué?

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