domingo, 1 de junio de 2008

DOMINGO FRÍO


Con un cielo gris que se descuelga desde mi ventana hasta todos los trapos del cuerpo y del alma progresa este domingo amodorrado y regalón. Me blablan ecos antípodas, difíciles de descifrar cuando las orejas siempre dispuestas, sólo reconocen los ruidos actuales. ¿Por qué vuelves con voz envejecida a retozar en estas letras?
Y a propósito de frío, un poema desgarrador, de vidas que no se parecen a la mía:
Mi vida es un tajo abierto
de alto a bajo.
Toda yo una llaga doliente
expuesta al polvo,
al sudor, al frío
y a la mierda.

Soy una llaga que se pavonea de sus vísceras expuestas.
Sus entrañas y su sangre frente a la mirada de las gentes.
Sin embargo, salgo con suturas de oropel
y parches elegantes.
Y los que me miran dicen:
¡Qué cicatriz tan compuesta!
No se nota y está muy a la moda.
¡Necios, no reconocéis el dolor cuando lo veis!
Ni la ira ni la pena.

Soy una herida abierta que se pudre,
insensible al viento y al calor.
Soy una que dejó la carne más verdadera
morirse, enfriarse... sin pudor.

¡Que venga el carnicero, el matarife y el capón!
¡Que venga el pus y la gangrena!
Yo las llamo y las invito siempre,
porque en la nada de mi herida
me he quedado yo.

Desnuda está mi herida, estremecida en su surco carmesí.
Al viento células dormidas y venas azules,
al suelo sangre, agua y luz.
Desnuda está mi herida, sin vestido, sin pañuelo ni collar.
La carne se remuerde, se retuerce y se desangra
por las veredas muertas de la soledad.

Descansa, carne sufriente, en este oasis de palabras;
fabrícate una mortaja de sonidos y voces mudas.
Duerme llaga, herida, tajo, vereda, esquina
sobre estos adoquines de mentira.
La vida sigue... obstinada, testaruda.


1998

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